domingo, octubre 29, 2006

Emprendo de nuevo el camino y ahora es el horizonte inmediato el que me sobrecoje. Un camión descarga sobre una montaña de tierra y piedras extraidas de las obras cercanas. Se construyen varias urbanizaciones justo donde hace cinco años se inció un fuego "fortuito" que destruyó la mitad del monte. Pinos de mas de cien años y todo un ecosistema en el que desde los corzos a la mantis religiosa, pasando por la autoctona mariposa Isabella Impaeriale, que hoy solo subsiste enjaulada, a las jaras, las retamas, el tomillo, el cantueso, el romero, las abejas, los pajaros, todo ha desaparecido. Ahora queda una ladera gris que ya verdea pero que no puede acoger, por que nadie se ocupa como debiera, a las nuevas especies arboreas repobladas. De los miles plantados cuando el escandaloso fuego exigia campañas de lavado de cara, se han contado algo mas de un centenar. El que fuera presidente de la Comunidad y hoy es alcalde de un Madrid talado y herido, dijo claro y alto en aquel momento: "Nunca se contruira donde se ha quemado". Vertical asciende la linde entre el pinar que sobrevió al incendio y el triste espectaculo del resto calcinado. Y al pie del monte justo donde empezó el incendio se afanan las constructoras. No crecen los arboles, pero si se alzan decenas de gruas. Unas gruas que empezaron a emerger poco después de las ultimas elecciones municipales. No antes, no. Que algún votante podría desviarse. Han caido mas arboles, encinas, chopos, y las jaras. No hay piedad literalmente son lapidadas con la descargas del camión