viernes, noviembre 24, 2006

Marta se llama la artista, 86 anhos


enjuta, pequeña, de mirada inmensa y alegre, la viuda del pintor uruguayo afincada en Itaparica desde hace unos treinta años, se gana la vida con estas acuarelas que vende a los turistas acercados, como el que no quiere la cosa, por un guia amigo al que le agradece la gestión cuando ya nos vamos. En realidad la parada en una fuente de la que mana agua medicinal, es una excusa para que ella pueda ofrecer a los turistas estas imágenes logradas con delicados golpes del pincel bien aguado sobre unos trazos rápidos hechos con boligrafo. Su obra es buena, pero ella más. Cálida, aún la recuerdo, y pienso que ese breve encuentro justifica el viaje.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Muchas gracias por seguir poniendo las fotos. Las de las calles, con sus fachadas de colores son preciosas. Disfruta lo que te queda por allí de cielo azul, que aquí sigue lloviendo.

3:23 a. m.  

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