martes, enero 01, 2008

dos mil ocho

las torres relumbran al sol entre las ramas de los árboles y me maravilla un estruendo de pájaros ocultos en alguna parte

el frío de enero guarda el rocío para bien entrada la tarde



El camino cruza entre encinas y fresnos centenarios.

para llegar hasta el banco que mira hacia el palacio









y un sorprendente borbotón rojo













y la alameda










hojas en el arroyo Las Machotas se recortan tan tenues en el contraluz Muy lentamente he seguido el camino de asfalto que recorre la dehesa y como siempre disparando la cámara aquí y allá


















Es uno de enero. Esta vez el año acaba en ocho, y son seis veces las que esto ha acontecido a lo largo de mi vida. Envejezco.
Siguiendo mi costumbre de hacer las cosas exactamente al revés que todo el mundo, he logrado iniciar sobre las tres de la tarde el paseo en absoluta soledad, por el jardín privado del rey aledaño a su palacio.