lunes, diciembre 03, 2007








En el corazón del bosque, tras ascender por un camino de tierra, encontré una instalación del servicio que proporciona agua al municipio. Allí, en una abrupta vertiente de un arroyo, amplias paredes de hormigón se ofrecen como lienzos a los artistas urbanos. En medio de esta solitaria y frondosa naturaleza, los chavales diseñan formas vegetales, como esas flores entre las sinuosas letras, y cuando acaban dejan allí los aerosoles vacíos. Sobre la pequeña explanada de hierba crece un pino que, por algún extraño capricho de su naturaleza, se muestra sumiso como pidiendo piedad al doblar todo su tallo. Los chicos han pintado el delgado tallo con un color rosa oscuro, pero aún esta vivo. ¿Conseguirá con esta actitud que no le talen, que no le arranquen, que pueda seguir creciendo agachando la cerviz siquiera?