Las puertas del misterio

Recientemente he aprendido a pararme, a detenerme y a sentir el momento preciso, el instante, con mucha atención abarcando al máximo.
Así hoy he podido advertir la presencia súbita del viento en medio de este camino flanqueado por arboles gigantes que comienzan a amarillear. Ha sido eso, apenas unos instantes. El oído ha movido al ojo y entonces me he fijado cómo en el pequeño pero frondoso valle, sobre el telón oscuro del fondo, caía una lluvia de hojas amarillas.
Se ha producido una danza cadenciosa de hojas brillantes. El rumor del viento. La altura inmensa de esas ramas que cimbreaban. Y no había otra cosa.
Entonces, el viento se ha calmado tan súbitamente como había aparecido y las hojas han dejado de caer. Y durante esos segundos de calma y observación he notado que comenzaban a abrirse las puertas de ese misterio que busco hace mucho tiempo